Hace unos meses me planteé escribir un Blog, desde hace dos años soy padre, y el torbellino de emociones, reflexiones y vivencias que desencadena una pequeña criatura, tan nueva para el mundo, hace que todo empiece de repente a ir vertiginosamente rápido.
Ayer la cogía en brazos, aterrado en la noche. En pleno cólico la abrazaba angustiado mientras ella lloraba y gritaba desesperada, creo que ninguno de los dos entendía nada.
Hoy me tiende la mano cada vez que cruzamos una calle, me mira y me dice “Tote, pilla, pupa”, y yo le respondo: “Si, si nos pilla el coche, nos hará daño, por eso cruzamos por los pasos de cebra, ¿ves? Las rallas blancas son como las cebras que vemos en la tele. Por eso se llaman así.”
Quizá mañana me encuentre sentado a su lado investigando como se hacían las raíces cuadradas.
Rápido. Muy rápido.
He hecho un sinfín de fotos y videos estos dos años, La miro cada día todo el tiempo que puedo. La miro mientras comemos, mientras duerme y mientras juega, mientras ve la tele y mientras lee, mientras abraza a su madre, mientras llora y la calmo. Y cada vez que la miro me fascina.
Es este tiempo, junto con mi hija y su madre, el mejor tiempo que he vivido nunca. Vivo la mejor época de mi vida con ellas. Y se que la recordaré con un cariño tremendo, se que las fotos la evocarán y que las emociones que vivo volverán en forma de agradable nostalgia cada vez que recuerde.
Pero ni con las fotos ni con las emociones puede uno recordar sus propios pensamientos. Las ideas que aparecen hoy mientras crecemos, quedarán en desdibujadas en el pasado si no las escribo.
Por eso decidí escribirlas, y una vez decidido eso, publicarlas tampoco me pareció mala idea.
Esta es la primera de ellas.
Bienvenidos a Mientras Crecemos.